El plan iba según lo previsto. Entrar en una tienda de la calle Gil de Jaz de Oviedo, coger contra reloj varios artículos de valor y huir rápidamente según lo previsto. Sin embargo, los dos cacos más desafortunados de la historia de la capital tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino o más bien adelantar al policía municipal menos indicado para sus fines. El agente José Emilio García, flamante medalla de bronce en los Mundiales de duatlón para policías y bomberos celebrado en Los Ángeles, se percató de la huida de los dos ladrones justo cuando se disponía a montar en su coche patrulla y en una clara exhibición de su extraordinario estado de forma inició una persecución a pie que minutos después se saldaba con sendos arrestos en la mañana de ayer.

Los dos cacos, uno de ellos menor de edad, se las prometían felices cuando con una vestimenta totalmente negra pasaban con cajas y calzado recién hurtado en sus manos a gran velocidad junto al vehículo estacionado en la calle Marqués de Pidal. Sin embargo, García se percató de lo que estaba ocurriendo y aunque se encontraba solo inició la persecución por las calles entre zancadas y peticiones de colaboración ciudadana.

El primero de los huidos cayó en apenas segundos. Al ver que su escapada tenía menos futuro que un caramelo en manos de un niño, el caco optó por tirar las zapatillas deportivas que tenía en sus manos y entrar en el bar Dónde Quedamos. El agente siguió sus pasos entrando en el establecimiento y pidió a las personas que estaban en el interior que cerrasen por dentro e impidiesen la marcha del fugitivo para proseguir su marcha en busca del segundo de los escapados.

En este caso, el objetivo resultó ser un poco más escurridizo. La frescura propia de los 17 años del segundo de los ladrones le permitió avanzar hasta la calle Viaducto Marquina. Emilio García lo redujo allí sin que opusiera gran resistencia a cambio de que le acompañara sin necesidad de ponerle las esposas para evitar una humillación pública. El joven accedió, pero no conforme con eso trató de zafarse instantes más tarde e iniciar una nueva fuga que se quedó en una nueva oportunidad de ver en acción al atlético policía. Las rápidas zancadas del medallista le permitieron alcanzar de nuevo al detenido, esta vez a la altura del número 29 de la calle Uría, donde evitó la cortesía de la detención previa y optó por esposar al menor para trasladarlo seguidamente junto con su compañero de fechorías a la Comisaría del Rubín y poner a ambos a disposición judicial.

La valiente actuación del policía fue especialmente valorada por la titular del establecimiento que sufrió la actuación de los arrestados. La mujer agradeció el poder recuperar lo robado y señaló que en los últimos días ya había visto a los dos hombres merodeando por su negocio. Por su parte, el concejal de Seguridad, Ricardo Fernández, felicitó al policía por la eficaz demostración de su gran estado físico.