El Sporting salió con el once más cercano al de la Liga hasta el momento. Pero no se notó. Más hombres del primer equipo y menos canteranos. Al contrario que en Salamanca, donde todos los ingredientes se echaron a la sartén, en Lasesarre querían conformar un plato con más sentido. Sin balón, hubo cambios. Del 4-4-2, Paco Herrera apostó por un 4-1-4-1. Lo que no tiene visos de mutar es la presión. La intensidad para recuperar el cuero apunta a ser el menú del día del catalán. Por ahora, eso es lo mejor.

Pero si los asturianos son más exigentes también los rivales. El Barakaldo es de lo más cocinado en lo que va de verano. Se notó desde el pitido inicial. Los vizcaínos salieron a comerse a los visitantes. El primero en llevarse el mordisco fue Lillo. El lateral se durmió y llegó el primer aviso de indigestión. Mariño se tuvo que lanzar para despejar a córner el tiro desde fuera del área.

La reacción del Sporting fue sedar el partido. Durante un buen rato, los pases sólo eran interrumpidos por el clásico sonido del balón en un estadio vacío. Un coliseo donde vieron a su exequipo Burgui y Vesga en la grada. Scepovic se lanzó a la guerra en solitario. Rascó un córner. Fue de las pocas ocasiones asturianas. El saque de esquina lo noqueó Txusta de puños. Al Barakaldo no le importaba dejar hacer. Replegaron esperando con el cuchillo entre los dientes su oportunidad. Y la hallaron. Buenacasa apuñaló a los rojiblancos desde la frontal. El meta asturiano rozó la pelota. Siendo generosos, el balón le votó delante.

Torcía el gesto Herrera. No le gustaba el sabor de su equipo. El Sporting quería poner buena cara tirando de destellos. Carmona buscó a Scepovic como si fuera fútbol playa. El serbio no llegó a catar el balón bombeado. Poco más en la primera parte. Excepto una falta peligrosa que se estrelló en la barrera.

Se le atragantaba el Barakaldo al Sporting. Herrera buscaba una operación de primeros auxilios. Pero la maniobra "Heimlich" no la practicó nadie. Los rojiblancos seguían poseyendo el cuero. Cañonearon el área vasca con centros desde ambos flancos. Viguera se apuntó tarde al ataque de la aviación. No llegó por poco a un pase de Lillo. Nacho, que como el riojano entró desde el banco, probó fortuna con un lanzamiento desde lejos. Atajó Txusta sin complicaciones. Más tarde, Scepovic firmó virtualmente el empate. Leyó un pase en profundidad de Moi Gómez. Segundos antes, el juez de línea señaló el fuera de juego.

Los cambios en la escuadra de casa reafirmaron su premisa. Pragmáticos, gestionaron su mínima ventaja hasta el final. Con el paso de los minutos, lo siguió intentando el combinado sportinguista, pero sin fortuna. En definitiva, un manual de situaciones que no se deben repetir. Ayer sí, quedó claro que este Sporting aún tiene que mejorar en demasiadas cosas. Tiene menos de un mes.