La visita a uno de los equipos que mejor se manejan a balón parado en toda la Primera División ha hecho que el Sporting dedique una jornada completa a concretar cómo hacer frente a este tipo de situaciones. Rubi invirtió ayer cerca de hora y media a dejar bien definidas las tareas a la hora de defender córners; faltas (frontales y laterales) y saques de banda, principalmente, en vista a que el Sevillla cuenta en este apartado con una de sus grandes fortalezas. 16 de los puntos del conjunto hispalense han llegado, esta temporada, por medio de jugadas de estrategia. "Es un rival físicamente muy fuerte, con buenos lanzadores además. Es uno de los equipos más potentes en ese aspecto y hay que cuidar mucho los detalles", subrayó Sergio tras el entrenamiento.

Rubi recordó hace dos semanas que el Sporting había crecido en aspectos como el juego a balón parado. El amargo sabor que dejó el tanto del Deportivo de La Coruña en El Molinón, tras un saque de esquina que costó tres puntos claves para salir del descenso, motivó a que el técnico saliera en defensa de la mejora del equipo en este apartado. Y es que el balón parado fue uno de los quebraderos de cabeza de los rojiblancos durante la primera fase del campeonato, y un aspecto que se intentó atajar también con los fichajes de invierno. Entrenador y director deportivo nunca escondieron la necesidad de que el equipo ganara en centímetros para que el físico sirviera también para atajar el balón parado rival.

"Quizá ahora estemos mejor que nunca en el juego a balón parado. En general, el equipo está muy concienciado. Sabemos que nos estamos jugando mucho, y que cualquier partido igualado se puede decantar de un lado u otro por este tipo de jugadas", apunta Sergio. El Sevilla es uno de esos equipos capaces de decantar un encuentro por medio de este recurso. El derbi sevillano fue el que subrayó esa habilidad de los hispalenses. Dieron la vuelta al marcador, en su visita al Benito Villamarín, gracias a una falta lateral botada por Nasri, que terminó empujando a la red Mercado, acción que volvió a repetirse en el segundo tanto, con Iborra como goleador.

Rubi trabajó en Mareo la estrategia dividendo en dos equipos a los 16 jugadores de campo que tuvo a su disposición. Uno atacaba y otro defendía, mientras el técnico aclaraba cada movimiento y recordaba la teoría, ya que informó previamente de cada tarea que cada uno debía desarrollar en cada situación, asignándoles números. A los saques de banda le siguieron los saques de esquina, con Burgui y Carmona como lanzadores. A continuación, el turno fue para las faltas laterales, con Isma López y Nacho Cases añadiéndose a la nómina de lanzadores. Cuando tocó tirar desde la frontal, Xavi Torres y Vesga también participaron. Cada equipo iba sumando puntos en función de su acierto ante la meta defendida, en diferentes turnos, por Cuéllar, Mariño y Whalley. Rubi dedicó la última parte a definir al ganador desde el punto de penalti, para acabar de ampliar el abanico. Fue esta fase la más distendida y la menos exigente.

De los 16 lanzamientos efectuados desde el punto de penalti, sólo siete terminaron en gol, los que lanzaron Juan Rodríguez, Cordero, Lora, Sergio, Vesga, Carmona y Nacho Cases. El equipo ganador, finalmente, fue el rojo, integrado por Castro, Isma López, Lillo, Cordero, Vesga, Sergio, Carmona y Juan Rodríguez.