La Policía Nacional reconstruye el trayecto que hizo el taxista que sufrió un secuestro a punta de pistola el domingo por la noche de Oviedo a Avilés pasando por Cudillero, como parte de la línea de investigación que lleva a cabo la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) para localizar al asaltante. El conductor lo recogió en la parada de la calle Alonso Quintanilla y acabó en la calle Fernández Balsera, en Avilés, tras noventa minutos de una carrera en la que estuvo encañonado e incluso recluido en el maletero de su propio coche.

El taxista permanece atrincherado en su domicilio con su familia y únicamente sale para llevar o recoger a sus hijos del colegio. "Tiene miedo y apenas sale de casa por la posibilidad de encontrarse de nuevo al captor", comenta un compañero de profesión. De todas formas, el vehículo volvió ayer a circular por la ciudad conducido por el empleado -de baja en la fatídica noche- que tiene el taxista que fue asaltado. Ahora, quien está de baja es la víctima del secuestro, que se encuentra alejado del volante desde el lunes por la mañana tras acudir al centro de salud de Las Campas. Según su entorno laboral, la baja "será larga" porque sufre mucha ansiedad.

La Policía Nacional, que considera "coherente" el relato del taxista sobre los hechos, mantiene abiertas todas las hipótesis y guarda un secreto absoluto de la marcha del caso mientras la Udev sigue visionando las grabaciones de las cámaras de vigilancia del edificio de la delegación asturiana de Economía y Hacienda -junto a la parada de taxis de Alonso Quintanilla- para intentar identificar al secuestrador. Además, los agentes analizan el interior del coche en busca de huella o restos de ADN. Este secuestro exprés se considera una investigación secreta y ha sido "blindada".

La víctima facilitó la descripción física de su captor en la que, según ha podido averiguar este periódico, dijo que se trata de un hombre de unos 35 años, calvo o con el pelo rapado y una estatura aproximada de 1,70 metros. Sin embargo, no lo reconoció en ninguna de las fotografías de sospechosos que los agentes le mostraron el lunes en la comisaría de la calle General Yagüe con la esperanza de identificar al delincuente.

El secuestrador se montó en los asientos traseros del taxi en la parada de Quintanilla y solicitó ir al aeropuerto. En ese momento, el conductor le envió un mensaje a su mujer para hacerle saber que iba a hacer la última carrera del día. Minutos después, el cliente le encañonó y le amenazó con pegarle dos tiros si no hacía lo que le decía. Le obligó a parar el vehículo y meterse en el maletero para que él pudiese tomar el mando. Así, el secuestrador condujo hasta Cudillero, pero terminó desorientado y volvió a sentar al volante al taxista forzándole a ir a Avilés. La carrera acabó en la calle Fernández Balsera de esa ciudad. Antes de huir, el asaltante amenazó al taxista con matarle si lo denunciaba y le robó dinero y el móvil. Ya solo en su coche, el taxista fue a la parada de la calle Doctor Graíño, contó lo que le había pasado a otros taxistas y alertó a la policía.

El dispositivo policial desplegado la misma noche del domingo para "sellar" las salidas de Avilés y tratar de dar caza al asaltante no tuvo éxito. Pese a que varios coches patrulla deambularon hasta la madrugada por las calles, el pistolero logró darles esquinazo. Es por eso que la policía tiene en marcha un plan de controles de carretera y vigilancia urbana con el que espera dar con el paradero del fugitivo.

El taxista, que ronda los 45 años y posee una amplia trayectoria en el sector, es el propietario de la licencia del vehículo -un Toyota Auris de pequeño tamaño- y tiene un chófer contratado. Curiosamente, la noche de los hechos trabajó porque su empleado estaba de baja por enfermedad. Conocido en el colectivo del taxi ovetense, sus compañeros le definen como un hombre reservado que se gana la vida al volante. De hecho, un antiguo socio del taxista insta a la Policía Nacional a que resuelva "lo antes posible un caso que afecta a todo el colectivo".