Opinión

Un llamamiento a la acción

Teresa Bobes Bascarán es psicóloga clínica y Profesora Asociada en Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo

Estamos dando a conocer un estudio muy relevante en el que hemos participado desde las áreas de Psiquiatría y Psicología de la Universidad de Oviedo. Es particularmente significativo porque aporta luz sobre la problemática del suicidio a través de un análisis muy exhaustivo de las interconexiones entre diferentes síntomas en personas que habían intentado suicidarse en los diez días previos; es decir, en personas que ya han realizado una tentativa suicida. El hallazgo principal de nuestra investigación es que el estado de ánimo deprimido es el núcleo central de la red de síntomas asociados con los intentos de suicidio; seguido de síntomas de ansiedad como sentirse nervioso, preocupaciones constantes o dificultad para relajarse.

La conclusión es que hay una necesidad crítica de intervenciones tempranas y continuas, en especial justo después del alta hospitalaria, que es un momento de más alto riesgo. De hecho, las estadísticas muestran que un porcentaje significativo de las personas que cometen suicidio lo hacen poco después de ser dados de alta.

Además, hemos observado una fuerte conexión entre la percepción de la salud general, es decir, de cómo nos encontramos físicamente, y la ideación suicida. Esto pone de relieve la necesidad de abordar de manera integral tanto la salud física como la mental en nuestras estrategias de prevención del suicidio. Dicho de otra manera: no hay mente sana, sino que hay un cuerpo sano. Y también quisiera señalar una parte importante de nuestro estudio: trazamos la necesidad de realizar intervenciones basadas en una perspectiva de género y por edad. Es decir, sabemos que las necesidades y los riesgos varían significativamente entre diferentes grupos. Por ejemplo, en personas ancianas hallamos una conexión significativa entre la salud general y el estado de ánimo deprimido. Esto sugiere que mejorar la salud física podría tener beneficios directos en la salud mental.

En fin, este estudio es un granito de arena más en el campo de la suicidología y esperamos que sus conclusiones inspiren a más personas a involucrarse en la investigación en salud mental y, concretamente, en la prevención del suicidio.

Por supuesto, aprovechamos este espacio para hacer un llamamiento a la acción para políticos, legisladores y profesionales de la salud, a la comunidad en general, para reconocer este importante problema de salud pública que causa tantos sufrimiento y tantas pérdidas, y para actuar sobre él.

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