Entrevista | Pilar Sánchez Vicente Escritora

"Escribo de historia porque es un pozo inagotable para la ficción"

"Ahora que somos seres biónicos, con el móvil pegado, me encanta abrir las puertas del pasado para mí y para mis lectores"

Pilar Sánchez Vicente, ayer, con su nuevo libro, antes de entrar a un acto en Gijón, en la sede de la asociación vecinal del Polígono.

Pilar Sánchez Vicente, ayer, con su nuevo libro, antes de entrar a un acto en Gijón, en la sede de la asociación vecinal del Polígono. / Adrián Sierra

Pablo Antuña

Pablo Antuña

"Madrebona", la obra ambientada en el año 4500 a. C., se pone hoy a la venta. Se trata del último libro de la historiadora y escritora Pilar Sánchez Vicente (Gijón, 1961), que analiza en la siguiente entrevista.

–¿Por qué lo ha bautizado como "Madrebona"?

–Madrebona es el nombre de una playa de Carreño donde transcurre parte de la acción. Por extensión es también el nombre de la tribu que la habita y el de su chamana. También es uno de los muchos nombres que adopta la Diosa Madre. Esta diosa primigenia tiene voz profética en la novela, mediante sus intervenciones adelanta el futuro de manera epifánica.

–La historia se sitúa hace 6.500 años, cuando un joven llamado Ekro emprende un largo periplo repleto de aventuras atravesando el Mediterráneo y convirtiéndose en un buhonero, portador de noticias, inventos y grandes cambios. ¿Que más cuenta?

–Una noche en el bosque, ante una hoguera y bajo el ojo observador de una lechuza, Ekro le relata a un hombre misterioso el largo periplo que inició en Kretis con 12 años, cuando un cataclismo arrasó la isla y su familia fue asesinada por los adoradores de Baal. Salvado del naufragio por una nave cananea, será tomado como esclavo y tras varias travesías y peripecias logrará escapar y llegar a Iberia. Saber coser le ayudará en su periplo y tras dramáticos sucesos alcanzará Madrebona remontando el Río Grande (Ebro) con una encomienda. Por el camino conocerá a una niña maldita (sorda) a la que salvará del linchamiento, con la que se comunicará mediante un lenguaje de signos, y que lo acompañará hasta el final. En Madrebona formará lo más parecido a una familia y participará en la guerra contra los áricos, pero volverá a su oficio de forma intermitente, viviendo nuevas aventuras. En su deambular conocerá la tristeza, la impotencia, la tortura, la privación de libertad y las humillaciones. Pero también la ternura, el amor y el valor de la amistad.

–¿En qué momento histórico invita a sumergirse?

–El Neolítico es una época fascinante. En las fértiles cuencas entre el Tigris y el Éufrates (Mesopotamia), surgen la agricultura y la domesticación de animales y por tanto los primeros asentamientos estables, palacios y templos. En Iberia el equivalente sería Tartessos, en el resto coexisten y se enfrentan los pastores con sus construcciones megalíticas y los últimos cazadores recolectores. En el monte Areo los áricos levantan dólmenes y túmulos, enfrentándose al poblado de Madrebona, que ve cómo talan su bosque sagrado y amenazada su forma de vida.

–¿Algún personaje peculiar?

–Aparte de la Diosa y de Ekro, encontramos el hombre que hace hablar a los huesos, a la última reina de una estirpe de guerreras, una niña privada de palabras y sonidos. También un lobezno humano, un guerrero mutilado y vengativo, un marino sodomita y pendenciero, un amigo fiel o una loba albina.

–Trata cómo las supersticiones y las religiones han modelado una civilización tras otra. ¿De alguna manera es algo que se mantiene aún en la actualidad?

–En Madrebona asistimos a un cambio de creencias: del panteísmo primitivo y el culto a la naturaleza personificado en la Diosa Madre, se pasa a un abanico de dioses: Ël, Baal y Hadad. Pero hay más: los mitos que conocemos y fundan nuestra civilización (Medea, Circe, el Minotauro…) nacen de leyendas y estas a su vez se inspiran en hechos. En la novela se recrean posibles hechos originarios. También se destaca el uso primitivo de las fermentaciones alcohólicas (hidromiel, cerveza, zythos –sidra–) y de las sustancias naturales (qunubu –cannabis–, hongos psylócibes, estramonio...) que consumidas en comunidad favorecen la creatividad y cohesión del grupo, pero también destruir a la persona.

–Sigue escribiendo novela histórica. ¿Qué le motiva de este género?

–La historia es un pozo inagotable para la ficción, una novela en sí misma. Ahora que somos seres biónicos, con el móvil pegado, me encanta abrir las puertas del pasado, para mí, que disfruto documentándome, y para mis lectores, que descubren de dónde vienen. Conocimiento e imaginación, ¡no se puede pedir más!

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