Los vecinos echaban en falta a Carlos Luis Iglesias desde dos semanas antes y de su casa de La Felguera salía un "olor insoportable". Pese a todo, nunca imaginaron que el hombre, de 50 años y que residía con su madre, llevara varios días muerto en el domicilio. La mujer, que presenta signos de demencia, pasó más de una semana en la misma casa que el cadáver sin alertar a nadie. "Ella nos pedía que le abriéramos la portilla del patio que da a la calle, pero le decíamos que no teníamos las llaves. Cuando le preguntábamos por su hijo se encogía de hombros y nos decía 'marchó, está por ahí'; no fue capaz de decirnos que estaba muerto", relataba Albina Berdasco, que vive junto al domicilio del fallecido.

El cuerpo, que se encontraba en un avanzado estado de descomposición cuando fue hallado, en la noche del martes, no mostraba signos de violencia y, a la espera del resultado de la autopsia, todo apunta a una muerte natural, según apuntó la Policía Nacional. El hombre podría llevar muerto "8 o 10 días", aunque sus vecinos de la calle Farmacéutico Ponga lo echaban en falta desde hacía dos semanas. La quiosquera que suele venderle la prensa los viernes y domingos explicó ayer que se extrañó de que la pasada semana no pasara por el quiosco.

M. C. I. V., de 77 años, permanece ingresada en el hospital Valle del Nalón, según explicó ayer su hija, C. L. I. "Está hospitalizada y recuperándose, a la espera de que le hagan pruebas", apuntó la mujer. C. L. I., que prefirió no realizar más manifestaciones, acudió a primera hora de la tarde de ayer a la vivienda junto a una amiga para prestar su colaboración a los trabajadores de la perrera de Langreo, que rescataron a los dos perros que se habían quedado en el interior de la casa.

Los operarios tuvieron que entrar por la ventana. Los perros fueron hallados en "buen estado en general", sin signos de desnutrición o deshidratación, aunque "muy nerviosos", explicaron Alicia Quesada y Alex Goossens. "No había restos de heces, así que debían tener alguna salida abierta hacia el patio interior. En la casa había muchas cosas apiladas, ropa, bolsas, revistas y un olor horroroso; tras la intervención sufrí vómitos. Los perros van a estar en un box de cuarentena y, si no son reclamados por ningún familiar, se darán en adopción", añadió Quesada.

En un primer momento se especuló con que el cuerpo podía presentar mordeduras de los canes, algo que aclarará la autopsia. "El cuerpo estaba en un estado de descomposición muy avanzado y en estos casos es difícil saber si la carne desprendida es por la propia putrefacción o por otras causas", indicaron desde la Policía Nacional.

Sus vecinos recuerdan a Carlos Luis Iglesias, un hombre alto y corpulento, como una "persona reservada", educado en el trato, pero que no solía hablar mucho cuando se encontraba con otros residentes de la calle farmacéutico Ponga. "Dicen que trabajaba en Ensidesa (actual Arcelor-Mittal), aunque algunos cuentan que ahora estaba retirado", afirmó Maruja Gutiérrez.

El hombre y sus madre llevaban poco tiempo viviendo en el barrio, "no llegaba al año", según expuso Albina Berdasco, la vecina que reside justo en la casa de al lado. "Notaba que olía mal desde hace unos días. Pensé que quizá uno de los perros podría estar muerto. La señora me tiraba basura al patio; veías que la pobre no estaba bien". La encargada de avisar a la Policía, alertada por el "insoportable olor" que llegaba de la vivienda, fue la nieta de Berdasco. "Ella decía que el hijo estaba dentro de la casa, que la tenía encerrada y que por la noche la iba a matar", relató la joven.

"La mujer", explicó Berdasco, "lloraba y decía que tenía frío y hambre así que le preparé un bocadillo. La pobre debía llevar días sin comer. Por lo que cuentan estaba lleno de bichos", apostilló esta vecina.