De piel morena y ojos azules, con el cabello oscuro e intolerante a la lactosa. Así era la asturiana de hace 7.100 años. Una investigación sobre el origen de los primeros agricultores europeos y la genética de sus poblaciones, en la que participa el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias, evidencia la presencia de un fenotipo, hoy desconocido, entre la población femenina del Principado. El trabajo, publicado en el último número de la revista "Current Biology", pone sobre la mesa la presencia de una fuerte carga genética asociada a los antiguos cazadores en los primeros grupos de campesinos europeos, fruto de la interacción entre unos y otros.

Si bien el estudio se centra en los últimos cazadores del valle del Danubio, los investigadores quisieron aprovechar la mejora en las técnicas de extracción del ADN para analizar los restos recuperados de la excavación de tres tumbas prehistóricas en la cueva de Los Canes (Cabrales), situada en medio de una escarpada ladera en la vertiente meridional de la sierra del Cuera. Uno de los tres esqueletos localizados es el de "Covadonga" (que podría significar etimológicamente "cueva honda", como el lugar que habitaba), una asturiana de tez morena y ojos azules, que sirve como referencia, según los investigadores, de cómo era el genoma de un cazador-recolector del Mesolítico. Lo interesante de esta mujer (bautizada a nivel interno durante las excavaciones como Gloria aunque en los documentos oficiales figuraba únicamente como "IA de Los Canes") es que existió en un momento en que en Asturias aún eran cazadores-recolectores (mesolíticos) cuando en la Meseta y el valle del Ebro ya había agricultores(neolíticos).

La mujer presentaba una complexión menuda -metro y medio de estatura y 50 kilos de peso-, de unos 60 años de edad, con signos también de haber sufrido enfermedades derivadas de una vida no muy cómoda. "Además de intolerancia a la lactosa, tenía muchas caries vinculadas, probablemente, a una mala alimentación", prosiguen los expertos. Para el momento en que se han datado estos restos, solo existe otro caso en España donde se haya identificado un genoma similar, en el yacimiento de La Braña-Arintero, en Valdelugueros (León), precisa Pablo Arias. "Demuestra la interacción entre cazadores y campesinos durante el Neolítico", detalla el profesor de la Universidad de Cantabria. En esa época -entre 7.200 y 7.000 años atrás, según las pruebas del carbono 14- había grupos de agricultores con una fuerte carga genética derivada de los cazadores. Los estudios realizados en el valle del Danubio, concretamente en el yacimiento rumano de Gura Baciuli, donde se enmarca la investigación de los restos de la cabraliega "Covadonga" evidencian esa mezcla genética, lo que demuestra según el catedrático Pablo Arias que la llegada de la agricultura no supuso una sustitución de poblaciones sino una mezcla entre los recién llegados y los grupos de cazadores que habitaban esas latitudes. En el Cantábrico, en la época en la que existió "Covadonga" en la cueva de Los Canes, se vivía de la caza. "Ya había grupos de agricultores en el Alto Ebro y la Meseta, por ejemplo en La Rioja alavesa, con los que probablemente tuvieran algún tipo de contacto", prosigue el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria.

Los estudios de paleodietas y paleopatología realizados muestran que esta primitiva habitante de los Picos de Europa pertenecía a un grupo que vivía fundamentalmente de la caza y la recolección en las montañas, y que padeció durante su vida diversas enfermedades que se asocian a carencias alimentarias. Sobre los ojos azules, precisa Pablo Arias, no se puede hablar de "nada raro" para esta época, ni tan siquiera de contacto con poblaciones del Norte de Europa. El esqueleto fue excavado en 1987 pero entonces no era posible el estudio del ADN fósil porque la técnica tal como hoy la conocemos no existía. Cuando los investigadores decidieron profundizar en el estudio genético de los últimos cazadores del Paleolítico se encontraron con mucha información "porque hasta ahora había muy pocos restos de cazadores tan antiguos", precisa Arias.

La existencia de vestigios prehistóricos en Los Canes fue detectada por Gregorio Gil Alvarez, quien hacia 1973 descubrió grabados supuestamente paleolíticos en la galería del final de la cavidad. En 1980, mientras estudiaban los grabados, los investigadores advirtieron la presencia de restos de industria y fauna holocénica en el vestíbulo de la cueva, que dio lugar a un nuevo sondeo en Los Canes, para estudiar los niveles paleolíticos y neolíticos.

Al interés regional de estos estudios se suma una destacada aportación para conocer los orígenes de la agricultura europea y la genética de su población. Los resultados, apuntan los investigadores, incorporan un nuevo enfoque en el análisis del ADN. "Hasta ahora teníamos muy pocos individuos de esta época en España", expone Arias. Solo otros dos esqueletos, recuperados en Lugo y León, habían otorgado una información semejante a la de "Covadonga", la asturiana de ojos azules de la cueva de Los Canes. "Probablemente todas esas poblaciones de cazadores estaban ahí desde el Paleolítico", explica Arias sobre el origen de estos grupos de población.

"En Asturias había muchos yacimientos paleolíticos pero no disponíamos de restos humanos", concluye sobre la oportunidad que les ha brindado este trabajo, en el que han trabajado investigadores de la Universidad de Cantabria, la Complutense de Madrid y Coruña, además de Postdam, Ferrara, Cambridge, Edimburgo, Dublín, Viena y Rumanía.